El 13 de marzo de 2015 damos inicio a lo que sería la actividad que cambiaría el panorama del cannabis en la ciudad de Barranquilla, confrontando con argumentos y acciones contundentes los miedos y la ignorancia de usuarios, no usuarios, comerciantes y agentes del orden. Batallas que se darían en varios frentes en la búsqueda de consenso.

La llegada del 2015 está marcada por el ataque verbal al movimiento en dos flancos, la prensa dando el micrófono a la policía y los «Tapiñeros» intentando deslegitimar el proceso en las redes sociales.

Por un lado, al general de la policía estaba para nada contento con que llamásemos por su nombre la estrategia de los uniformados contra los jóvenes de la periferia, catalogando su «Cacería de Brujas» una treta para maquillar cifras de criminalidad y de esa forma darle uso al nuevo «Hotel de Moda» la UPJ, elefante blanco de la administración para justificar los millones que invierten en una institución ineficiente en lo que sería su verdadera labor: Atrapar criminales.

Por el otro lado, parece que el run-run de los callejones marihuaneros donde se esconden los «Tapiñeros» reverberaban con chismes, información mal intencionada reafirmando su mentalidad subdesarrollada… se decía que el activismo realizado por nosotros era lesivo para el negocio de los jíbaros, que afectaba la venta de pipas de lo que querían hacer negocios legales y que ponía en peligro las plantaciones ilegales en distintas casas de floración a lo largo de la ciudad. Todos parecían de acuerdo que el activismo era un acto pretencioso y dañino para sus frágiles zonas de confort. Cada día en redes aparecía un «Chillón» diferente “chateando” majaderías en contra de las intenciones del movimiento de hablar de tema sin tapujos, regular la actividad ilegal tanto de vendedores, compradores y policía, así como detener el maltrato sistemático hacía el ciudadano.

La asamblea dio su primer fruto al llamar la atención de los funcionarios distritales a cargo de la cartera de seguridad… no habría sido posible si los de Especio Público en su brutal trato no hubieran intentado desalojarnos de la entrada de la Alcaldía por la fuerza, siendo ellos los causantes del disturbio que intentaban evitar.  Al día siguiente fuimos noticia.  Fue en ese momento que supimos que estábamos levantando ronchas en las nalgas indicadas.

La manifestación terminó como lo esperamos, varios funcionarios escucharon nuestras inquietudes sobre la seguridad en la ciudad, el trato desproporcionado de la fuerza pública para con los jóvenes usuarios del cannabis y la necesidad de abrir un diálogo ciudadano con información veraz sobre el tema.